La Seguridad en el Transporte y Almacenamiento del Gas Natural Print
Written by Carlos Mena   
Thursday, 01 September 2011 21:53

La industria del gas natural vive una transformación sin precedentes, debido a los adelantos tecnológicos que en materia de transporte han favorecido su comercialización en un mercado global más desregulado en su cadena de valor. Una vez extraído el gas natural del yacimiento, es necesario procesarlo para que pueda ser transportado y comercializado.

Por un lado, tanto para el transporte y distribución como para la comercialización del gas natural deben cumplirse estándares de seguridad y calidad en las infraestructuras y en los puntos de entrega como es el filtrado de impurezas o que tenga un determinado poder calorífico.

Es previsible que su transacción llegará ser tan fluida como es hoy la del petróleo, debido a que cada vez es más fácil llevarlo desde los yacimientos hasta los grandes centros consumidores como gas natural licuado (GNL) por medio de buquestanque.

Existen importantes reservas de gas natural situadas en zonas alejadas que carecen de demanda local y donde el transporte del gas natural a través de gasoductos puede no resultar rentable. Los principales países donde se ubican plantas de licuefacción en la actualidad son Qatar, Malasia, Indonesia, Argelia, Nigeria, Australia, Trinidad y Tobago y Egipto.

Los avances tecnológicos de los últimos años han hecho técnica y económicamente viable el transporte del gas natural procedente de estas fuentes en fase líquida (enfriado a –160ºC), mediante buques metaneros. El gas transportado en fase líquida se conoce como gas natural licuado (GNL). Se estima que, para distancias a partir de los 2.500 km resulta rentable en la actualidad hacerlo en forma de GNL. Otra ventaja adicional del GNL es que no vincula puntos de consumo con orígenes determinados de gas, por lo que facilita en gran medida la diversificación de orígenes, reduciendo el riesgo de suministro, y la competencia en el mercado.

El GNL también se puede cargar directamente desde los tanques de GNL en camiones cisternas que transportan el gas líquido por carretera a las “plantas satélite”, donde se regasificará el GNL. Estas plantas satélite alimentan a redes de distribución a las que no llega el transporte por los gasoductos de la red de transporte o a consumidores industriales que disponen de suficiente volumen de consumo para mantener sus propias plantas satélite. La cadena de producción y distribución de GNL está diseñada para evitar fugas y prevenir incendios. Los riesgos más altos son su baja temperatura (criogénica) y su combustibilidad. Los derrames de GNL se evaporan rápidamente donde la condensación del vapor de agua en el aire crea una neblina. El GNL no se prende fácilmente, la llama no es muy fuerte, no humea y ésta no se extiende. El combate de un fuego de GNL es muy similar a uno de gasolina o gasóleo, no hay peligro de explosión en lugares abiertos.

Si bien el almacenamiento de gas es una oportunidad para garantizar la continuidad del suministro, ésta debe ser responsabilidad compartida de todos los agentes que intervienen en el mercado nacional. Es decir, tendrán que diseñarse y adoptarse políticas adecuadas, en las que no sólo quienes ofertan el gas sean responsables, sino también quienes lo consuman, principalmente industriales, comercializadores y distribuidores. Así, ellos podrán reservar en los almacenamientos volúmenes equivalentes a sus consumos en una razón de tiempo. La tecnología es imprescindible en la predicción del proceso de envejecimiento del GNL, necesario para determinar la composición final del GNL.

Este fenómeno de envejecimiento puede tener un impacto significativo en la comercialización del producto, ya que tiene que asegurarse que el GNL cumple con las especificaciones del mercado de destino. Para el interés de todos los participantes en un desarrollo de mercado de GNL es recomendable y conveniente que se analice, proponga e implante un cuerpo regulatorio mínimo y suficiente para cubrir las actividades nuevas y particulares del GNL. El desarrollo regulatorio debe estar alineado con la planificación energética del país, con los aportes y planes industriales de las empresas del sector y conviene que contemple las experiencias de otros países que hayan desarrollado mercados e infraestructuras de GNL similares, en la medida que dichas experiencias sean aplicables.